domingo, 31 de enero de 2010

Dibujándome...









DIBUJÁNDOME...

Cada vez que estamos juntos me dibujo a mi misma… y cuando te alejas de mí, me desdibujo como mujer y vuelvo a formar parte de esa masa anónima que no sabe lo que es disfrutar del verdadero placer.

Enardeces tanto mis sentidos que la pasión que siento por ti me da alas para enfrentarme al mundo. Cualquier reto por difícil que sea deja de cobrar importancia y es un mero juego si tú y yo estamos juntos.

Todavía recuerdo nuestros comienzos. Cómo temblaba cada vez que te acercabas a mí y me susurrabas al oído cómo te gustaba… lo que me admirabas… y tantas lindezas más… que a pesar de ser consciente de que para ti todo eso formaba parte de tu forma particular de conquistarme, me brindaba al juego y me dejaba hacer… Por una vez en la vida alguien me hacía sentir bella y deseada, y eso era casi más placentero que los propios besos o caricias. Y es que, nunca nadie me trató así ni me dijo esas cosas tan bonitas. Como tampoco nadie se molestó en enseñarme a como complacer a un hombre, o a sacar mi propia sensualidad.

Por eso, me dibujo en mis formas de mujer cada vez que nos encontramos.

Sé que la edad no perdona, las arrugas empiezan a hacer su primera aparición… Los quilos de más se agarran con fuerza y se resisten a marchar… La elasticidad se va perdiendo… Pero tú no me ves así. Solo me ves como una gran y bella mujer. Y eso amigo mío, es el mejor afrodisíaco del mundo. Ya ves cuál es mi secreto. El por qué siempre que nos citamos me encuentras húmeda y deseando que me poseas como a ti más te guste. Pues tan solo por sentirme mujer entre tus brazos una vez más, merece la pena complacer todos tus deseos, incluso aquellos en los que no estoy muy de acuerdo porque sencillamente me da miedo fallar y no estar a la altura. Aunque creo que eso no va a pasar, pues como siempre te digo: Yo soy tu creación. Y en ti he tenido el mejor maestro que se puede tener en estas lides del amor.

Besos húmedos y apasionados…



martes, 19 de enero de 2010

Entre tus Manos



Me siento así, atrapada entre tus manos...
Sabiendo que soy tuya y que en cualquier momento me puedes destruir.
Con tan solo una palabra...
Con una mirada...
Con alejarte de mí.

Pero sé que no lo harás,
Porque muy a pesar tuyo se que me quieres
Y que tú también temes perderme.
Porque ¿Qué sería de tí sin tu alumna?
¿Qué sin la persona que más te consiente?

Te encanta la conquista, el flirtear, la intriga de saber si te va o no, a aceptar...
Y cuando por fin lo consigues tu alegría no tiene límite
Una vez más te demostraste a tí mismo que eres un Lobo nato
Un conquistador inconquistable, un hombre irresistible...

Pero la alegría te dura poco,
Al cabo de unas cuantas citas te empiezas a aburrir
Y trazas tu plan para no verla más.
Siempre ha sido y es así, excepto con Julia, con tu isla encantada...

¿Por qué? No lo sé.
Tal vez porque soy como barro en tus manos y me moldeas a tu antojo.
O quizás, porque eres tú quien le supo sacar todo el partido posible a mi cuerpo.
Tú, quien me está enseñando a disfrutar plenamente de él,
De mis sentidos...


Porque solo tú has sabido moldear a esta mujer rebelde
Y desconocedora de los verdaderos placeres del sexo.
Tú eres quien le enseñaste a dar y a recibir placer a manos llenas....
A esta mujer, si... que bebe los vientos por ti y solo espera su próxima lección.

Y es que eres tan irresistible... Y tan tentador...

Que tan solo te pido una cosa:
No me destruyas entre tus manos.
No me rompas la vida alejándote de mí.
No mi Lobo... No te vayas... Ven y sígueme enseñando...



Julia,
Tu Isla Encantada


viernes, 8 de enero de 2010

Mi primera carta del año... ¿Quién domina a quién?


Mi querido Lobo,

Cada vez que recuerdo el regalo tan estupendo que me hicieron sus Majestades los Reyes Magos el día antes de venir "oficialmente" a todas las casas, no puedo evitar que se me ponga la piel de gallina y que una amplia sonrisa ilumine mi cara. Recibir tu mensaje y los consiguientes e-mails con las instrucciones precisas, fue un regalo inesperado. Sobre todo, porque ello significaba que ya estabas mucho mejor y podías por fin venir a mi encuentro.

Hacía tanto tiempo ya... que nada más verte no pude evitar lanzarme sobre ti como una tigresa. Pero aún así, hay algo que me intriga y mi mayor pregunta hoy es ésta... ¿Quién domina a quién? Pues a la vista de lo que pasó este último día que nos vimos, ya dudo de si me dominas tanto como crees, o por el contrario, a ti realmente lo que te gusta es ser dominado.

Antes de vernos me diste las instrucciones bien precisas de todo lo que querías que hiciera. Tanto es así, que incluso la noche de antes me mandaste un mensaje diciéndome hasta la sombra de ojos que debía ponerme. Yo, fiel a tus deseos así lo hice, aunque cuando me viste no te gustó porque según tú no eran del color exacto al que querías. Pero bueno, el caso es que el resto de las horas que estuvimos juntos las cosas iban sucediendo tal y como esperabas. O sea, tal y como te conté que haría, en el e-mail que me obligaste a escribirte unos días antes, pues me pedías que te relatara punto por punto lo que te haría nada más vernos y según tus instrucciones. Solo que yo puse de mi propia cosecha y me sorprendí cuando me contestaste que te había encantado y que lo querías todo EXACTAMENTE así, tal cual lo había escrito.

En él te describía lo que te haría aprovechando que tenías todavía el brazo escayolado, pues al no poder defenderte de mí ni “meterme mano” como quisieras, sería yo la que llevaría la voz cantante y te haría todo lo que se me antojase, pues en ese momento estarías indefenso ante mí y serías mi rehén… mi prisionero favorito para divertirme, y como tal te trataría.

No sé si sería por el tiempo que llevábamos sin vernos, o porque el juego te ponía a tope, pero el caso es que disfrutaste y me hiciste disfrutar como hacía tiempo no pasaba. En realidad, creo que nunca te he visto disfrutar tanto…Pero el caso es que te encantaron mis insultos cuando estabas dentro de mí y parecías una fiera de lo excitado que estabas, y eso, hacía que todo mi cuerpo temblase y se derritiera como la nieve, llegando a desinhibirme como nunca lo había hecho. Era la primera vez que conseguía hablarte así, pues a pesar de que me lo habías pedido varias veces nunca había logrado hacerlo porque me cortaba mucho, pero ahora que lo he probado… jejeje… creo que me ha gustado y no me importaría repetirlo.

¿Y qué me dices de cuando te tenía tumbado boca arriba con un cojín bajo tu pelvis y todo tu arsenal expuesto e indefenso ante mi boca y manos? Tienes suerte de que soy buena y no aproveché para hacerte cosquillas o darte mordiscos fuertes, sino que fui muy delicada y te hice ver las estrellas y no de dolor precisamente, sino de placer al paladear, besar, y lamer tu miembro como una gatita en celo al tiempo que uno de mis deditos se metía con suavidad en tu culito, mientras que con mi otra mano te acariciaba y rascaba con mis uñitas los “webs”… ¡Diossssss qué cara ponías! Entonces no me decías que no sabía hacerlo bien, no… sino que tu respiración se hizo más entrecortada y fuerte al tiempo que te encantaba acariciar mi pelo con tu mano sana. Tampoco me dabas instrucciones de ninguna clase, sino que te dejabas hacer y abrías la boca solo para suspirar y decirme el placer que sentías… Hasta que no pudiste aguantar más y con yeso y todo me tumbaste boca arriba para entrar en mí al galope… con una urgencia que te quemaba las entrañas y me hacía estremecer... Yo no opuse ninguna resistencia porque estaba deseosa de recibirte, de sentirte en mi interior… ese interior tan calentito y húmedo… como a ti te gusta… para volverte loco de pasión y para que me hicieras vibrar como nunca antes nadie lo hizo.

Y ahí estalló todo, pues fuiste tú quien esta vez se saltó el guión, ya que se suponía que sería yo quien te cabalgase como una verdadera amazona, y esto fue lo que me lanzó a poder insultarte y decirte todas esas cosas que siempre deseas oír y nunca te digo. Y por eso hoy me pregunto…

¿Quién domina a quién? Pues si tanto te gusta dominarme, ¿por qué consientes y te derrite el oírme hablarte así? ¿Por qué te excita tanto verte a mi merced? Y lo que es más, ¿por qué dejas que casi siempre me salga con la mía y aún así sigues visitándome?



En fin Lobito, puede que algún día te llegue a entender…

Besitos miles,