domingo, 29 de agosto de 2010

Alegría y tristeza


Mi querido amigo,

Hoy hablé con él y me hizo feliz sentir de nuevo su voz. Pero no puedo seguir así, con esta angustia por no poder verle. Si tan solo me dijese que me quiere... O simplemente que se acuerda mucho de mí y me echa de menos... Pero no. Hablamos como si no hubiese pasado el tiempo, como si nos hubiésemos visto ayer mismo... Y esto, aunque es bonito porque veo que nuestra relación sigue igual, por otro lado me duele porque da la impresión de que a él le da lo mismo, que no alberga ningún sentimiento hacia mí, ni bueno ni malo. Y esto indefectiblemente llevará a la frialdad y al alejamiento, mientras que con sus otras amigas va reforzando los lazos de amistad y algún que otro sentimiento... Sobre todo con una de ellas.

A esta mujer la conoció después que a mí pero es con la única que está durando y a la que ya le tiene mucha confianza. Sin ella saberlo, siempre le he tenido miedo porque sé que al final acabarán juntos y así se lo dije hace tiempo, pero él me lo negó riendo. Y hoy, al volverme a hablar de ella y decírselo de nuevo, ya no ha sido tan frío y reticente en su respuesta. Hoy me reconoció que la quiere. A su manera, claro, pero la quiere... Y según me contó así se lo confesó a ella el otro día.

Yo sé que no le puedo exigir ni prohibir nada porque tampoco se lo puedo dar, pero duele... duele mucho.

Ella por su parte siempre ha sabido jugar muy bien sus cartas y hacer que él caiga "a cuatro patas"  en sus redes. Cosa que ya le advertí en su día y de la que se rió llamándome tonta, pero a la vista está que por desgracia no me equivoqué. Y es por eso que le tenía miedo, porque veía su juego y sabía que yo no estoy preparada ni quiero, para actúar así; no me gusta. Yo soy demasiado directa, nada sutil, y digo las cosas tal cual las siento. Tampoco sé trazar planes para que las cosas vayan a mi favor, y es por esto que sabía que ella acabaría enamorándolo.

Por ejemplo, hoy cuando me explicaba la conversación que mantuvieron el otro día, me decía todo emocionado el punto de vista de ella sobre los hombres y lo bien que esta mujer le comprendia... Yo callé, sonreí al otro lado del teléfono, y le dije que me alegraba mucho por él. Cuando en realidad lo que tenía ganas de decirle era que se dejase de tonterías y abriera los ojos, pues todo lo que le había dicho como algo salido de su propia reflexión y comprensión, era nada más y nada menos que un capítulo sacado del libro "Por qué los hombres quieren sexo y las mujeres necesitan amor" Libro que dicho sea de paso, me compré este pasado mes de abril, solo que yo no utilizo los pensamientos y conclusiones de los demás como míos propios. Sí que puedo hacer algún comentario sobre algo leído en algún sitio, pero nunca diré ni daré a entender que son míos. Por eso ella a sus ojos siempre ha estado por encima de mí respecto a -según él- lo inteligente, lo bien que habla y la conversación tan amena que tiene. Pero mira por dónde, hoy la pillé y demostré que mi intuición era cierta. A parte, de que cuando hemos estado juntos, nunca hemos tenido casi tiempo de hablar, solo de amarnos, y si lo hemos hecho, casi siempre le he escuchado porque él necesitaba desahogarse, o simplemente contarme sus batallitas.

Por otro lado, nunca he sabido cómo ponerle los dientes largos a un hombre. Él me ha tenido que enseñar casi todo lo que sé, y claro está, me enseñó a satisfacerle y a que haga todo lo que él quiere sin protestar y como más le gusta, y si me rebelo me amenaza con no volver a verme. Aunque confieso amigo mío, que esto último ya casi no le funciona porque me dí cuenta que le encantaba cómo había aprendido, con lo cual, supe que me podía rebelar porque él siempre volvería (recuerda cuando se empeñó en lo del trío) Pero esto no quita para que tenga miedo, mucho miedo...

Hoy supe que nuestros días están contados. Que ella es muy paciente y esperará hasta que se canse de corretear y se refugie de manera perenne en sus brazos. Y cuando esto suceda yo pasaré no a un segundo plano donde siempre he estado, sino al plano del olvido porque nuevamente me pedirá que seamos solo amigos.

Y yo cederé. Callaré. Y esperaré...


Tuya con tristeza,


martes, 24 de agosto de 2010

Te sigo extrañando


Mi querido Lobo,
Te echo tanto de menos...
que por estar unos momentos contigo no me importaría besarla...
Ni tampoco comerme sus pechos...

Aunque reconozco que no podría llegar más abajo de su cuerpo hasta lamer su sexo. Pero si es tu deseo, dejaría que ella lamiese y besara mi cuerpo por entero, para aprender cómo se hace y después intentaría hacérselo también, delante de tí... para acto seguido, cuando te hubieses puesto a cien, esperarte desnuda y bien abierta... justo como a ti te gusta...
Sería tu humilde esclava y esperaría tus órdenes...
Callada... de espaldas a tí, para no ver tu ataque ni qué preparas y hacer así que el miedo active todavía más mi respiración y mi pulso ya acelerado de por sí, tan solo por saber que estás ahí contemplándome... maquinando qué harás con mi cuerpo...

Y me dejaré poseer salvajemente... Como a ti te gusta. Con urgencia y sin calentamiento previo porque sabes que mi cuerpo no lo necesita, que siempre está ardiendo cuando te acercas a mí...

Sí mi amo... Haz de mí lo que quieras y doblega mi cuerpo y mi espíritu porque te pertenecen por entero.
Ahógame de placer... Oblígame a comértela entera.
Enséñame cómo hacerlo... cómo darte un placer que te haga aullar de deseo y safisfacción como nadie nunca te lo hizo.
Mi amo... mi Lobo y maestro... arráncame la ropa a tiras y siénteme doblegada y entregada a tí por entero.

Y si lo deseas, hasta me dejaré amar por ti en estas aguas tan turbias a pesar del miedo que me da el pensar que pueda haber algún bicho.

Pero no te demores más y ven... ven corriendo y sálvame de los depredadores acuáticos y de mí misma...


Tuya por entero y sin reservas,

Julia, tu isla encantada...

sábado, 14 de agosto de 2010

¿Quién apagará mi fuego?





Mi querido Lobo,

Hoy, como tantas otras noches, me descubro sin querer, pensando en ti... en tus besos, tus suaves caricias... en la urgencia de tu miembro... Urgencia por querer estar en mi boca y mi interior, urgencia por sentir mis suaves manos sobre ella... pero sobre todo, por sentir mis labios y lengua a su alrededor.

Y aquí estoy... sentada frente al ordenador intentando distraer mis pensamientos leyendo las aventuras y desventuras de mis amigos internautas, pero esto ha sido peor si cabe, pues casi todos sus blogs son tan tórridos y sensuales, que lo único que conseguí es pensar más en ti y que mi pulso se acelerase como si acabara de recorrer los quinientos metros con obstáculos.

¿Y ahora qué? ¿quién apagará mi fuego si tu ya no estás aquí? Antes era mucho más facil, pues aunque me tuviese que consolar yo sola, lo hacía pensando en tí y en todo lo que te diría al verte y en cómo se te pondrían los dientes largos cuando te explicara cómo lo había hecho... Esto formaba parte de nuestro juego particular y a mi me encantaba hacerlo, pues sabía que te ponía cachondo imaginarme y que aunque te dijese que solo lo había hecho una vez, no me creerías, pues sabías perfectamente que necesitaba un par de orgasmos para sentirme mínimamente satisfecha y poder aguantar hasta que nos viésemos.

Pero ahora todo es diferente. Ya no encuentro tanto placer cuando toco mi cuerpo, pues solo pensar que ya no estarás ahí para apagar los restos de mi fuego, me entristece y hace que se me vayan las ganas y la líbido. Ahora mi querido Lobo lo único que deseo es soñar y recordar...

En mis recuerdos estás tu y tu miembro siempre erecto, y en mis sueños... bueno, en mis sueños idearé mil y una formas de ponerte los dientes largos de nuevo.

Buenas noches mi Lobito, voy a seguir soñando, que hoy tengo trabajo... (jeje)


Tuya en la distancia,
Tu isla encantada...

martes, 3 de agosto de 2010

Nena, tu eres inolvidable...


Mi querido Lobo,

Hace un par de semanas, cuando por fin pudimos hablar por teléfono me llevé una sorpresa muy agradable al escuchar tu voz. Y no solo por poder oírte de nuevo, sino porque al contrario de lo que yo pensaba, ésta aparecía apagada y triste y quiero pensar que estabas así por mi ausencia tan prolongada, o porque intuías que nuestra separación va para largo... Y creo que no me equivoqué porque en un momento de nuestra conversación, cuando te dije que no te olvidaras de mí, me contestaste ráudo que a mí no hay quien me olvide... Hice como que no te oí y seguimos hablando de tus inminentes vacaciones con una de tus amigas, pero antes de colgar te pedí que me dijeses algo bonito, algo que me hiciera feliz por un momento... y tú, sin pensártelo dos veces me dijiste: _Nena, tu eres inolvidable.

_¿De verdad? -te pregunté atónita ante la duda de que me pudieses olvidar o que me mintieras-
_Claro, -contestaste- no dudes de que quien te conozca nunca te podrá olvidar porque eres inolvidable.

Tal vez nunca sepas cuán feliz me hiceron esas cuatro palabras, palabras que desde entonces llevo grabadas a fuego en mi corazón y a las que me agarro febrilmente cuando me ataca el miedo a tu olvido, o cuando creo que mi tristeza ya no tiene límite y se desbordará en un mar de llanto.

Por una vez en la vida no nos peleamos, hablamos como dos personas normales sin atacarnos ni decirnos ningún improperio, y creo que esto todavía más agudizaba nuestra tristeza, pues a pesar de estar preparando las maletas para marcharte a una pequeña isla de ensueño, tu voz no sonaba nada feliz por más que yo me empeñé en hablarte como si estuviésemos como siempre, sin problemas para compartir unas horas de nuestra vida amándonos apasionadamente como felinos en celo.

Lástima que ya no pueda ser así... Pero no pierdo la esperanza de que algún día todo esto cambie, pues ahora sé que tú también sientes algo por mí por más que te hayas empeñado en ocultarlo.


Tuya siempre,